Viajé desde Salta a Catamarca por la noche y a la mañana temprano partí hacia Belén. En Belén cambiamos de bus y costaba creer que todos nosotros, pasajeros y enormes montañas de equipaje, cupiéramos en el pequeño Antofagasteño de la foto, pero ese era el menor de los problemas, ya que el Antofagasteño traía otras sorpresas escondidas, como se verá más adelante.
Antes de arrancar con el Antofagasteño, les cuento que Belén se encuentra unos 300 kilómetros al noroeste de Catamarca. Pero también se puede llegar fácilmente a Belén desde Santa María ya que hay buenos transportes. Entonces si usted se encuentra en los Valles Calchaquíes puede viajar fácilmente a Belén desde Cafayate o desde Amaicha pasando por Santa María.
Saliendo de Belén continuamos un tramo hacia el norte por la ruta 40 hasta un poco antes de Hualfín. Ahí doblamos a la izquierda rumbo a Corral Quemado, en busca de los escenarios de la Zamba de los Mineros.
A medida que el camino asciende, la puna va mostrando la hilacha a traves de la arena que empieza a colarse ahí donde la arrastra el viento cubriendo a las rocas. Más arriba el polvo y la arena cubrirán todo dando lugar a lo que alguien bien llamó "montañas de terciopelo".
Antofagasta de la Sierra es la capital del departamento más extenso y menos poblado de Catamarca: tiene unos 20 kilómetros cuadrados por habitante. Sí, kilómetros por habitante y nó al revés.
El clime es extremadamente seco en promedio, pero el departamento tiene su importancia económica debido principalmente a la actividad minera: ahí se extrae oro, bórax y litio.
El litio, que se extrae del Salar del Hombre Muerto, ha tomado grán importancia industrial porque se usa en las baterías de los dispositivos electrónicos móviles y de los nuevos vehículos eléctricos e híbridos. A causa de eso el precio del litio casi se decuplicó en los primeros años de este siglo.
El colectivo hace una escala a mitad de camino en el pueblo de Laguna Blanca, donde se encuentra una reserva de fauna.
En realidad a partir de ahí y hasta cerca de Antofagasta se ven cerca de la carretera manadas importantes de vicuñas que se dejan aproximar bastante. Dicen los del lugar que ese el resultado de años de protección efectiva.
Eso de que la iglesia de laguna Blanca sea más coqueta que la escuela me produce paspaduras en la laicidad.
Pasada Laguna Blanca ya estamos en plena Puna. Aquí es donde se empezó a ver que el Antofagasteño no gozaba de buena salud ...
... hata que en un paraje conocido como Peña Fría, a casi 4000 metros de altura, los engranajes del Antofagasteño decidieron molerse mutuamente en lugar de cooperar, igual que ciertas personas, y entonces... kaputt, el Antofagasteño reventó.
Como la radio del colectivo tampoco andaba, ahí nos quedamos esperando desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada, hasta que llegó la caballería bajo la forma de un bus de auxilio.
No sé si alguna vez pasé tanto frio como esa noche, y eso que en la mochila llevaba bastante abrigo. En el bus los pasajeros se turnaban para trotar y saltar en el pasillo intentando entrar en calor. Mi compañero de asiento, ex intendente de Antofagasta, dijo con buen tino que una buena forma de luchar contra el frío sería prendiendo fuego al autobús.
En la foto se puede ver el Antofagasteño roto, a la luz de la luna, con mi odio materializado en el retoque diabolizador, es decir un odio digital.
Pero la vida también tiene sus recodos: Cuando llegamos a Antofagasta pasadas las cinco de la mañana y que ya me hacía a la idea de tender mi bolsa de dormir a la intemperie, entonces fui a golpear a la puerta de un hospedaje familiar.
Ahí la patrona, Pascuala Vázquez, no sólo me abrió la puerta y me dió un cuarto sino que ¡me alcanzó una bolsa de agua caliente! Algo así no me sucedía desde la infancia, si es que me sucedió alguna vez.
Antofagasta tiene todo lo que se necesita pero no le sobra nada: la electricidad, que proviene de un generador local, se corta tarde a la noche hasta la mañana. Hay telefonía móvil únicamente con la empresa Claro y, desde que se dañó algún equipo hace meses, tampoco hay Internet. Es decir que es una suerte de paraíso y, si se dieran cuenta, cobrarían una tasa municipal diaria sólo por estar ahí.
Para agregar al cambio favorable de tendencias, en Antofagasta tomé un vino patero de Tinogasta que tenía el mismo dejo de sabor a jerez que el patero de Angastaco, pero más suave. Al mismo tiempo me contaron que con esa misma uva hacen un notable aguardiente, así que queda agendada una visita a Tinogasta.
Buscando bién detrás de la iglesia se esconde ...
... una buena perspectiva.
Desde una pequeña colina pegada al pueblo hay muy lindas vistas de la ciudad y sus alrededores.
Un par de volcanes rodeados de enormes campos de lava dominan el paisaje alrededor de Antofagasta. Éste es el mayor:
Cerca del pueblo se pueden visitar algunos petroglifos:
Pero el lugar a no perderse es el Museo Antropológico de la ciudad. Ahí se exponen muchos objetos provenientes de yacimientos de la zona, así como una muy interesante explicación e interpretación de los sitios arqueológicos de la región, donde los asentamientos humanos parecen datar de hace 10.000 años.
Como cosa curiosa, les cuento que en el museo hay expuestas un par de momias de las cuales una de un bebé de tres meses.
Respecto de eso de sentarse a la puerta y esperar hasta ver pasar el cortejo fúnebre de sus enemigos, le cuento que a veces eso sucede: yéndonos de Antofagasta nos cruzamos con el desdichado Antofagasteño todavía en coma de engranajes, a remolque, parado al lado de un altar dedicado a la Difunta Correa.
El paisaje puneño en los alrededores de Antofagasta es sencillamente grandioso.
Acá estamos por entrar en el pueblo del Peñón, que queda a unos sesenta kilómetros de Antofagasta. Es un sitio que luce bastante verde y agradable.
La próxima vez que ande por ahí quizás intente quedarme un par de dias allí para recorrer los alrededores.
Cerca del Peñón se encuentra un campo de piedra pómez, que se ve en la foto como una gran mancha blanca. Lo visitaremos la próxima vez, lo que da una razón más para quedarse un poco en El Peñón.
