Algunos medios del Reino Unido pertenecientes a News Corp, del empresario Rupert Murdoch, se han entregado al espionaje ilegal de mensajerías electrónicas de víctimas de delitos, de víctimas de guerra y hasta de las historias clínicas de bebés gravemente enfermos. La extensión y las finalidades de esta nauseabunda piratería recién empiezan a ser comprendidas, pero ya despiertan notables reacciones por parte de sectores de la prensa, como este artículo más apasionado que lo que se suele ver en la prensa británica.
THE GUARDIAN Los medios son corruptos. Necesitamos un juramento hipocrático para los periodistasPor George Monbiot Nuestra tarea es la de obligar al poder a que rinda cuentas. En vez de eso, la mayor parte de la profesión actúa como simples ventrílocuos de las preocupaciones de los poderosos. |
¿Murdoch está acabado en el Reino Unido? A medida que el acoso a Gordon Brown por parte del Sunday Times y The Sun(*) empuja el escándalo de espionaje a nuevos rincones del imperio del anciano señor, esta historia empieza a parecerse al derrumbe del muro de Berlín. La cruda intención de destruir a Brown de cualquier modo, incluso mediante la intrusión en los archivos médicos de su hijo recién nacido enfermo, significa que no existe un límite claro a las ramificaciones de esta historia. El escándalo cambia radicalmente la percepción pública de cómo funciona la política, del peligro que el poder corporativo representa para la democracia y la medida en que se ha comprometido y corrompido a la policía metropolitana, la cual ha sido arrastrada al punto de que empieza a ser vista como si fuera el ejército privado de Murdoch. El adormecido parlamento ha sido electrificado y la profesión menos responsable y más corrupta de Gran Bretaña, el periodismo, quedó expuesta tardíamente al escrutinio público. Las grietas aparecen en los lugares más inesperados . Vean si nó la notable confesión de la columnista de derecha Janet Daley en el Sunday Telegraph de esta semana: "El periodismo político británico es, básicamente, un club al que pertenecen tanto políticos como periodistas", escribió. "Los verdaderos corruptores de la vida política son esta familiaridad, esta intimidad, los supuestos compartidos. La limitación autoimpuesta de lo que puede ser dicho y lo que no, la cobardía autoreforzada que da por cierto que algunos intereses creados son demasiado poderosos para que valga la pena enfrentarlos. Todas estas cosas son peligros constantes en la vida política de cualquier democracia." La mayor parte de los periodistas nacionales están incrustados, inmersos en la sociedad, las creencias y la cultura de aquellos a quienes deberían pedir cuentas. Están fascinados por las luchas de poder de la élite pero no están demasiado interesados por los conflictos entre la élite y aquellos que son dominados. Festejan a los poderosos e ignoran a los que no lo son. Pero ésto es sólo parte del problema. Daley se abstuvo de nombrar a la fuerza más persuasiva: los intereses del propietario y de la clase empresarial a la que pertenece. El propietario designa editores a su propia imagen, los que a su vez imprimen sus opiniones en el personal. Los periódicos no pueden andar diciendo que su misión es ser los Chirolitas(**) de las preocupaciones de los millonarios. Ellos están obligados a presentarse a sí mismos como la voz del pueblo. The Sun, The Mail y el Express dicen representar los intereses de los hombres y mujeres trabajadores. Sólo que dichos intereses resultan ser idénticos a los de los señores propietarios de los periódicos. Así los periódicos de derecha exponen sin cesar trampas relacionadas con beneficios sociales pero apenas dicen una palabra sobre las trampas fiscales de las empresas. Atacan a los sindicatos y despellejan a la BBC. Denuestan las reglamentaciones que restringen el poder de las empresas. Nos dan clases sobre valores extrínsecos; la adoración del poder, del dinero, de la imagen, de la fama; muy apreciados por los publicitarios pero que hacen de nuestro país uno más superficial, más egoísta. La mayoría de ellos engañan a sus lectores sobre las causas del cambio climático. Esas no son las obsesiones de la gente trabajadora, sino las obsesiones que siembran los multimillonarios dueños de esos periódicos. Los medios corporativos son una gigantesca cancha de pasto artificial: una falsa cruzada sobre valores fundamentales al servicio de los intereses de la élite. En este sentido las empresas de medios se parecen al movimiento "Tea Party" que dice ser un levantamiento espontáneo de trabajadores jornalizados norteamericanos en contra de la élite, pero que fue fundado con la ayuda de los multimillonarios hermanos Koch y promovido por Murdoch a través de Fox News. La principal razón de ser del periodismo es la de obligar al poder a que rinda cuentas. Esta finalidad ha sido totalmente dada vuelta. Columnistas y blogueros son utilizados para respaldar al poder corporativo, denunciando a aquellos que critican sus intereses, aplastando nuevas ideas, amenazando a los más débiles. En algunas ocasiones los barones de la prensa permitieron a los gobiernos promover los intereses de los pobres, pero nunca interferir con los intereses de los ricos. También intentaron disciplinar al resto de los medios. En los últimos 30 años la BBC se transformó en la sombra del valiente radiodifusor que fue, y actualmente trata al gran empresariado con servil deferencia. Cada mañana a las 6:15 el informe de negocios del programa "Today" le garantiza a los ejecutivos el tipo de espacio libre de desafíos que, en otras épocas, le estaba reservado a Dios en la "Reflexión del Día"(***). El resto del programa busca controversias y organiza discusiones entre oponentes pero esas personas no son confrontadas con sus críticos. Entonces, ¿qué hacer?. Debido a la especial amenaza que representan para la democracia, algo para ser discutido consistiría en romper todos los intereses mayoritarios en las empresas de medios estableciendo una junta de gobernadores, quizás designados por la cámara baja del parlamento, que opere como contrapeso frente a los intereses comerciales de los accionistas. Pero, aún si esta es una idea plausible, necesitará mucho tiempo. Por ahora la mejor alternativa consistiría en movilizar a los lectores para que exijan que los periodistas respondan ante ellos y no sólo ante los propietarios. Un modo de hacer esto consistiría en presionar sobre los periodistas para que se comprometan en una suerte de juramento Hipocrático. A continuación se encuentra un primer borrador. Espero que otros lo mejoren. Idealmente me agradaría ver que el sindicato nacional de periodistas lo elabore y motive a sus miembros para que lo firmen: "Nuestra tarea principal es obligar al poder a que rinda cuentas. Daremos prioridad a las cuestiones y relatos que expongan a la luz los intereses del poder. Seremos muy cautos en las relaciones que establecemos con los ricos y los poderosos y nos aseguraremos de no quedar incorporados a su sociedad. No trataremos de congraciarnos con los políticos, las empresas u otros grupos dominantes limitando el escrutinio sobre sus negocios ni torciendo relatos para favorecer a sus intereses. Enfrentaremos los intereses de las empresas para las que trabajamos y los de los anunciantes que las financian. Nunca recibiremos dinero para impulsar alguna opinión particular y resistiremos a las tentativas de obligarnos a que adoptemos una. Reconoceremos y comprenderemos el poder que ejercemos y cómo se origina. Indagaremos en nosotros mismos y en nuestra percepción del mundo tanto como lo hacemos con los demás. Cuando nos equivoquemos, lo admitiremos." Acepto que esto no aborda de modo directo a las relaciones de poder que gobiernan a los periódicos. Pero deberían ayudar a los periodistas a afirmar un grado de independencia y a los lectores a creerlo. Así como los electores deberían presionar sobre sus diputados para que los representen a ellos y nó a sus jefes, los lectores deberían tratar de apartar a los periodistas de las presiones de sus editores. El juramento es una herramienta que podría reforzar el poder de los lectores. Si ésto no le parece bien, entonces sugiera algo mejor. Algo debe cambiar, nunca más se deberá permitir a una docena de oligarcas que dominen y corrompan la vida de este país. (*) Mapa de los principales medios gráficos del Reino Unido, realizado por The Atlantic |
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